La Vanguardia. Revista. Las mil caras de Pilar Aymerich. Octubre 2006

Pilar_1Pilar_2La Vanguardia. Revista. 29.10.2006. Pàgs 10 i 11

“Cuando Natàlia regresó a Barcelona, prefirió ir al piso de la tía Patrícia…”  Es la frase con la que Montserrat Roig empezó su primera novela, El temps de les cireres, con la que obtuvo el premio Sant Jordi 1976. Hoy, con una carrera plenamente consolidada y prestigiada, Natàlia nos invita a visitar su magnífica exposición de fotografías Cementiris d’Ultramar en el Museu d’Història de Catalunya.

Natàlia Miralpeix, alter-ego literario de Pilar Aymerich regresaba en el relato de Roig a su Barcelona natal desde Londres, donde se había instalado en 1965. Al hilo de los movimientos sociales de los sesenta, de happenings, Rollings y paseos por Carnaby Street, se había convertido en fotoperiodista y a su regreso se dedicó a fotografiar las manifestaciones de la transición. Pilar, la Natàlia de la vida real, hizo eso y bastante más. En Londres se inició en el reporterismo y en París en técnicas de laboratorio. A su regreso no sólo realizó reportaje social –en 1977 sorprendió con la exposición Rauxa en la galería Eude- sinó que pronto se convertiría en una de las mejores retratistas del país: “posee una capacidad de penetración asombrosa y una agudeza realmente envidiable” escribía sobre ella Lluís Permanyer en este diario en 1978, con motivo de su exposición de retratos en la Virreina Només 49 personatges.

Para construir su Natàlia Montserrat Roig le tomó prestada su peripecia vital a Pilar, su compañera de estudios desde los 16 años en la histórica escuela de teatro Adrià Gual, fundada por Ricard Salvat y Maria Aurèlia Capmany en la Cúpula Coliseum, “un foco de la resistencia cultural catalana durante el franquismo en el que se refugiaron muchos intelectuales para sobrevivir, en el que me formé como persona y donde obtuve el bagaje cultural que marcó mi trayectoria” explica la fotógrafa. También compartieron sus inicios profesionales en Arreu, Serra d’Or, Triunfo, Destino, Cambio 16 y TVE, por citar unos pocos. Montserrat solía decir que trabajaban en simbiosis, “Pilar me enseñó a mirar y casi no puedo prescindir de ella para trabajar” –le declaraba a Joaquim Roglan en Tele/Xpres en 1978- y tras su muerte en 1991, Pilar le dedicó un libro y tres grandes exposiciones una de las cuales todavía itinera por Catalunya. Pilar conserva la reveladora dedicatoria de Montserrat en su ejemplar de El temps de les cireres : “Per a la meva estimada Pilar-Natàlia, enigma constant i colpidor.”

(per a seguir llegint obriu els pdf)

icona_pdficona_pdf

Etiquetas: